jueves, 15 de abril de 2010

Las señoras del Corte Inglés

True story. Ayer mientras me dirigía a casa de Irene y, en un ataque de compulsión, decidí ir a comprar el tomo 6 de Sandman, una serie muy buena de Neil Gaiman que yo recomiendo a todo el mundo, a pesar de que había decidido no comprarme el tomo hasta el mes que viene, por ahorrar.


Total, que me dirijo a mi proveedor habitual de drogas en forma de comic y allí descubre, ¡oh desesperación! campos de soledad, mustios collados, que precisamente ese tomo está sucio y tiene un celo en la parte de abajo porque está un poco roto. Esto para un comprador de comics es intolerable, así que cabizbajo me retiro.


Pero en otro ataque de compulsión me doy cuenta de que hay otra tienda de comics, a la que no suelo ir, y que pilla acerca así que decido acercame, a pesar de que estaba casi seguro de que no lo tendrían. Y allí me compro 26 pavos en comics a pesar de que el tomo que iba a pillar originalmente valía 20.

Y ahí me di cuenta. Me había convertido en una de esas señoras frustradas e infelices que van todos los días de compras, señoras que tiene problemas con su vida y su día a día y que se anestesian con esas compras y que se quejan de que cierren los domingos porque pierden su droga. Droga porque en ese bajón vital, en vez de encarar los problemas, afrontarlos y superarlos, te ves desbordado y esa compra, esa posesión de objetos nuevo te da un subidón breve que te alivia brevemente. Pero los problemas siguen ahí. Yo caí en esa misma situación. Agobiado por diferentes historias compré dos comics (muy buenos por otro lado), que no necesitaba ni me planteaba.



Ese es el triunfo del consumismo, del despilfarro, de la basura y la contaminación, del aire sucio y las alergias, de la comida que no sabe a nada y de la destrucción de la naturaleza. Todos caemos, todos podemos levantarnos, el camino es duro, pero no hay prisa, no hay prisa...

2 comentarios:

  1. Es el momento de limitar el dinero que llevas en la cartera al necesario para que un taxi te acerque al centro de salud más cercano (ya sabes, por el "por si acaso"). Te obligará a planificar tus compras o te empujará a vicios mucho más baratos con el riesgo de quedarte tirado por ahí...

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  2. Yo no tengo ese problema de compulsión porque no tengo dinero con el que compulsionarme. Más bien me dan convulsiones cuando miro la cartera... pero ésa es otra historia que será contada en otra ocasión.

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